He hablado muchas veces de la falta de atino de los Gobernantes del Estado Español, incluso de los que reinaron antes de que se pudiese hablar de Estado, de sus malas decisiones y de sus políticas favorecedoras de unos prados en detrimento de otros.
La historia no ha sido justa con Galicia. Lo que fuera una de las provincias más importantes del Imperio Romano en Hispania vio como con la llegada al poder de los Reyes Católicos se truncó su crecimiento; fueron los primeros verdugos de esta tierra, los primeros que vertieron su ira contra el «Finisterrae Romano», los primeros que tomaron medidas coercitivas y represalias desmedidas con el simple objetivo de saciar su sed de venganza. Todavía hoy seguimos intentando recuperar el cultivo de la oliva del que nos privaron los toparcas castellanos.
Tras la desaparición de los Reyes Católicos, entre los s. XVI-XVIII, Galicia duplica su población llegando a tener en este siglo más habitantes que Catalunya. La articulación social y económica era casi perfecta; una economía basada en la agricultura autosuficiente, una importante explosión demográfica, la salazón y el pescado, el comercio marítimo a través de sus puertos (enclave geoestratégico en las Rutas Inglesas, Francesas, Portuguesas…), las patentes de corso, la minería, la ganadería y sobre todo la excelente aclimatación del cultivo del maíz a nuestras tierras. No podemos hablar de industrialización en esta época, ya que vendría después con empresarios catalanes y maragatos, pero si de una protoindustria popular que tenía como máximo exponente el Lino. Un cultivo de importancia estratégica en la economía gallega que estuvo presente 500 años, hasta la Revolución Industrial, y que quizá sea el germen del éxito posterior y actual del Textil Galego.
Con la llegada del s. XIX las decisiones de políticas del Gobierno Español destruyen el sistema económico existente en Galicia. El hecho de que se haga una apuesta firme por la industria del algodón mediterráneo y la introducción de aranceles proteccionistas perjudicaron a la industria del Lino Galega y al algodón procedente de las posesiones Ultramar (Cuba). El cambio en la manera de pagar los tributos arruina al campesinado gallego (se sustituye el pago con parte de la cosecha por el pago de impuestos en un dinero que no tenían). Con la principal industria (Lino) en inferioridad de condiciones y el campesinado arruinado la Galicia interior comienza a emigrar, una emigración que no cesaría hasta finales de los 60 del s. XX.
Tendrían que pasar unos cuantos años hasta que la industria del textil gallega volviese a cobrar importancia. En los años 30 el empresario, nacido en Pontevedra e hijo de zamoranos, Jose Regojo abre en Redondela la primera industria textil de Galicia, Confecciones Regojo, que llegó a ser la fábrica de camisas más importante de España y la segunda de textil en volumen total de negocio. Aquí empezó todo, este fue el germen de lo que vendría después: Gene Cabaleiro, Adolfo Domínguez, Roberto Verino, Pili Carrera, Caramelo, Florentino, Alba Conde… hasta llegar a INDITEX.
José Regojo se había curtido desde niño en las carreteras comerciando con puntillas y encajes, al igual que sus padres y otros muchos vecinos del zamorano pueblo de Fermoselle. En 1919 ya establecido en Portugal funda en Lisboa su primera fábrica de camisas. En 1926 se produce un acontecimiento clave en su vida, una amigo suyo le presenta a una amiga de su novia que estaba pasando unos días en Estoril, desde ese momento queda enamorado de la redondelana Rita Otero con la que se casaría en 1927 en la Vila dos Viaductos. A pesar de que en un primer momento el matrimonio se establece en Portugal no tardarían un año en volver a Galicia para instalarse definitivamente en Redondela, la situación económica en España y las ganas de Rita de estar con su familia fueron razones de peso para ello.
Montan un pequeño taller en la calle Alfonso XII donde comienzan a fabricar camisas finas al estilo portugués, solo dos años más tarde la empresa está consolidada y comienza a andar lo que sería el gigante Regojo. Una empresa que supo encontrar soluciones y ventajas de mercado cuando a priori las situaciones eran adversas.
Sobre la historia de Regojo hay muchas cosas escritas, incluso existe un documental del cineasta redondelano Cuchi Carreira que podéis ver en YOUTUBE en el que a través de las personas que fueron protagonistas se relata la historia del imperio textil.
Pero entre todas las que conozco hay una que llevaba años queriendo escuchar directamente de boca de su protagonista. Estando inmerso en la tarea de escribir un libro sobre buenas prácticas comerciales tuve la suerte de charlar con Pedro Regojo, uno de los hijos de Don José Regojo Rodríguez, que jugó un papel fundamental en la empresa familiar y en la concepción comercial de la industria de la moda en España.
Él me confesaba que tuvo algo de suerte, pero como escribo en mi obra, más bien fue el resultado de una concatenación de buenas prácticas comerciales y del uso del marketing. No os contaré el cómo, ya que eso me lo reservo para el libro, pero os contaré los logros que obtuvo con sus aciertos y visión estratégica.
Pedro Regojo, con un millón de pesetas que le entregó su padre, consiguió poner en marcha una delegación de la empresa familiar en Barcelona, en Catalunya, donde se concentraba la industria del textil; como Caballo de Troya introdujo la firma creando un departamento de Relaciones Institucionales comandado por un afamado periodista navarro que conseguía que personas de renombre promocionasen las camisas de Regojo. También a través de anuncios en La Vanguardia para promocionarse. A los siete meses de abrir la delegación vendía 1 camión de camisas cada semana.
Pero el cénit lo alcanza cuando consigue que Salvador Dalí le ceda su nombre para comercializar camisas; así se crea una línea especial en la factoría de Redondela de la que salen 1000 camisas diarias de alta calidad. Desarrolla una estrategia de marketing donde se regalan discos y se destina el 50% de los beneficios a publicidad. Teniendo el honor de ser la primera marca de moda en hacer anuncios de publicidad en televisión. Las camisas Dalí salen desde Redondela para abastecer las tiendas de toda España y Europa.
Tuve la suerte de conversar con Pedro, de mirarle a los ojos mientras me hablaba de su madre y de su padre con admiración, escuchar las enseñanzas y valores que le transmitieron. Vi brillar sus pupilas mientras me contaba la historia de su vida y de como consiguieron sobrevivir al Plan Ullastres. Vi como el recuerdo de aquella entrevista con Dalí le hacía sonreír con cada anécdota que me contaba. Aprendí muchas cosas, anoté ideas, anoté las claves que conducen al éxito personal y profesional.
Cosas de la vida o del destino, tal vez sea simple coincidencia, pero el azar ha querido que MEIDINGALICIA tenga su oficina en uno de los edificios construidos en los terrenos donde en otro tiempo estaban las naves de Regojo en Redondela. Ojalá tengamos la misma inspiración, capacidad de trabajo y éxito que ellos.
Falei moitas veces da falta de atino dos Gobernantes do Estado Español, mesmo dos que reinaron antes de que se puidese falar de Estado, das súas malas decisións e das súas políticas favorecedoras duns prados en detrimento de outros.
A historia non foi xusta con Galicia. O que fose unha das provincias máis importantes do Imperio Romano en Hispania viu como coa chegada ao poder dos Reis Católicos truncouse o seu crecemento; foron os primeiros verdugos desta terra, os primeiros que envorcaron a súa ira contra o «Finisterrae Romano», os primeiros que tomaron medidas coercitivas e represalias desmedidas co simple obxectivo de saciar a súa sede de vinganza. Aínda hoxe seguimos tentando recuperar o cultivo da oliva do que nos privaron os toparcas casteláns.
Tras a desaparición dos Reis Católicos, entre os s. XVI- XVIII, Galicia duplica a súa poboación chegando a ter neste século máis habitantes que Catalunya. A articulación social e económica era case perfecta; unha economía baseada na agricultura autosuficiente, unha importante explosión demográfica, a salgadura e o peixe, o comercio marítimo a través dos seus portos (enclave xeoestratégico nas Rutas Inglesas, Francesas, Portuguesas…), as patentes de corso, a minería, a gandería e sobre todo a excelente aclimatación do cultivo do millo ás nosas terras. Non podemos falar de industrialización nesta época, xa que viría despois con empresarios cataláns e maragatos, pero se dunha protoindustria popular que tiña como máximo expoñente o Liño. Un cultivo de importancia estratéxica na economía galega que estivo presente 500 anos, ata a Revolución Industrial, e que quizá sexa o xerme do éxito posterior e actual do Téxtil Galego.
Coa chegada do s. XIX as decisións de políticas do Goberno Español destrúen o sistema económico existente en Galicia. O feito de que se faga unha aposta firme pola industria do algodón mediterráneo e a introdución de aranceis proteccionistas prexudicaron á industria do Liño Galega e ao algodón procedente das posesións Ultramar (Cuba). O cambio na maneira de pagar os tributos arruína ao campesiñado galego (substitúese o pago con parte da colleita polo pago de impostos nun diñeiro que non tiñan). Coa principal industria (Liño) en inferioridade de condicións e o campesiñado arruinado a Galicia interior comeza a emigrar, unha emigración que non cesaría ata finais dos 60 do s. XX.
Terían que pasar uns cuantos anos ata que a industria do téxtil galega volvese cobrar importancia. Nos anos 30 o empresario, nacido en Pontevedra e fillo de zamoranos, Jose Regojo abre en Redondela a primeira industria téxtil de Galicia, Confeccións Regojo, que chegou a ser a fábrica de camisas máis importante de España e a segunda de téxtil en volume total de negocio. Aquí empezou todo, leste foi o xerme do que viría despois: Gene Cabaleiro, Adolfo Domínguez, Roberto Verino, Pili Carreira, Caramelo, Florentino, Alba Conde… ata chegar a INDITEX.
José Regojo habíase curtido desde neno nas estradas comerciando con puntillas e encaixes, do mesmo xeito que os seus pais e outros moitos veciños do zamorano pobo de Fermoselle. En 1919 xa establecido en Portugal funda en Lisboa a súa primeira fábrica de camisas. En 1926 prodúcese un acontecemento crave na súa vida, unha amigo seu preséntalle a unha amiga da súa noiva que estaba a pasar uns días en Estoril, desde ese momento queda namorado da redondelana Rita Otero coa que casaría en 1927 na Vila dous Viadutos. A pesar de que nun primeiro momento o matrimonio establécese en Portugal non tardarían un ano en volver a Galicia para instalarse definitivamente en Redondela, a situación económica en España e as ganas de Rita de estar coa súa familia foron razóns de peso para iso.
Montan un pequeno taller na rúa Alfonso XII onde comezan a fabricar camisas finas ao estilo portugués, só dous anos máis tarde a empresa está consolidade e comeza a andar o que sería o xigante Regojo. Unha empresa que soubo atopar solucións e vantaxes de mercado cando a priori as situacións eran adversas.
Sobre a historia de Regojo hai moitas cousas escritas, mesmo existe un documental do cineasta redondelano Cuchi Carreira que podedes ver en YOUTUBE no que a través das persoas que foron protagonistas relátase a historia do imperio téxtil.
Pero entre todas as que coñezo hai unha que levaba anos querendo escoitar directamente de boca do seu protagonista. Estando inmerso na tarefa de escribir un libro sobre boas prácticas comerciais tiven a sorte de charlar con Pedro Regojo, un dos fillos de Don José Regojo Rodríguez, que xogou un papel fundamental na empresa familiar e na concepción comercial da industria da moda en España.
El confesábame que tivo algo de sorte, pero como escribo na miña obra, máis ben foi o resultado dunha concatenación de boas prácticas comerciais e do uso do márketing. Non vos contarei o como, xa que iso resérvomo para o libro, pero contareivos os logros que obtivo cos seus acertos e visión estratéxica.
El confesábame que tivo algo de sorte, pero como escribo na miña obra, máis ben foi o resultado dunha concatenación de boas prácticas comerciais e do uso do márketing. Non vos contarei o como, xa que iso resérvomo para o libro, pero contareivos os logros que obtivo cos seus acertos e visión estratéxica.
Pedro Regojo, cun millón de pesetas que lle entregou o seu pai, conseguiu poñer en marcha unha delegación da empresa familiar en Barcelona, en Catalunya, onde se concentraba a industria do téxtil, como Cabalo de Troia introduciu a firma creando un departamento de Relacións Institucionais comandado por un afamado xornalista navarro que conseguía que persoas de renome promocionasen as camisas de Regojo e a través de anuncios na Vangarda. Aos sete meses de abrir a delegación vendía 1 camión de camisas cada semana.
Pero o cénit alcánzao cando consegue que Salvador Dalí cédalle o seu nome para comercializar camisas; así se crea unha liña especial na factoría de Redondela da que saen 1000 camisas diarias de alta calidade. Desenvolve unha estratexia de márketing onde se regalan discos e destínase o 50% dos beneficios a publicidade. Tendo a honra de ser a primeira marca de moda en facer anuncios de publicidade en televisión. As camisas Dalí saen desde Redondela para abastecer as tendas de toda España e Europa.
Tiven a sorte de conversar con Pedro, de mirarlle aos ollos mentres me falaba da súa nai e do seu pai con admiración, escoitar os ensinos e valores que lle transmitiron. Vi brillar as súas pupilas mentres me contaba a historia da súa vida e de como conseguiron sobrevivir ao Plan Ullastres. Vi como o recordo daquela entrevista con Dalí facíalle sorrir con cada anécdota que me contaba. Aprendín moitas cousas, anotei ideas, anotei as claves que conducen ao éxito persoal e profesional.
Cousas da vida ou do destino, talvez sexa simple coincidencia, pero o azar quixeron que MEIDINGALICIA teña a súa oficina nun dos edificios construídos nos terreos onde noutro tempo estaban as naves de Regojo en Redondela. Oxalá teñamos a mesma inspiración, capacidade de traballo e éxito que eles.